Ante la puerta el niño agarrado de la mano de su madre, esperaba ansioso a que se abriera. Se oyeron unos pasos y cuando tuvo el camino despejado corrió hacia los brazos de su abuelo, pero frenó en seco cuando comprobó que se encontraba dormido. Con esa chaqueta tan suave medio desabrochada y sus inconfundibles manos sosteniendo las gafas.
Permaneció quieto sin quitarse la trenca, ni los guantes, ni el gorro, ni la bufanda de colores que primorosamente había tejido su abuela el invierno anterior.
Al cabo de unos segundos aquel hombre, se despertó, no por el ruido, sino por el olor del pequeño. Olor a lana pero también a la fragancia de la colonia que le era muy familiar.
Y en voz baja comenzó el diálogo entre los dos:
- ¿ Como estás hoy abuelo?
- Bien hijo bien. Qué.. ¿Ya te han dado las vacaciones?
- Sí y en estas dos semanas vendré a verte toooooodos los días.
- Oye abuelo ¿Qué era la Navidad?
- Eso mejor que te lo expliquen tus padres....
- No. Quiero que me contestes tú.
- Está bien. Pero mejor vamos a hacer una cosa. Acércame aquel libro no muy grande que sobresale un poco de la estantería.
- ¿Este abuelo?
- No justo el de al lado...!ése!- dijo- sin poder contener aquélla tos que cada día se le hacía más inevitable.
El anciano abrió torpemente aquel ejemplar que había comprado muchos años atrás.
- Toma lee esta página donde pone NAVIDAD-EPIFANIA
Y su nieto comenzó a leer aplicadamente, como si se tratara de un ejercicio de lectura colegial:
" Se ignoraban en los primeros siglos, e ignorándolos seguimos en estos momentos, así el año como el día del nacimiento del Redentor. Personas existen- nos cuenta Clemente Alejandrino en el siglo II- que no se contentan con saber el año en que nació el Salvador, sino que, arrastrados por curiosidad excesiva, hasta anhelan conocer el día.Unos señalaban el 28 de marzo, otros el 29 de mayo, los más el 25 de diciembre. Y ninguno se movía aquí por historia, sino por símbolos motivos: el equinoccio de primavera o el solsticio de invierno.
Por eso no existió unidad de fecha entre el Occidente y el Oriente. Al modo que en las riberas del Tíber y países imperiales se celebraba el rebrote del Sol el 25 de diciembre, en las regiones del Bósforo existía una fiesta similar el 6 de enero: la epifanía de Diónisos. Durante la noche anterior todos los collados se convertían en luminaria y las gentes danzaban y reían a su vera, mientras en ciertos lugares brotaban chorros de milagroso vino a impulsos del sol naciente. La Iglesia Oriental aprovechó este lindo marco e introdujo la Epifanía del Señor. Su sentido era idéntico al de la Navidad occidental, aunque aparecía henchida de contenido algún tanto diverso, como diversa era la mente de los pueblos en cuyo seno surgían. El Mediterráneo fue siempre realista, dado más bien al hecho histórico y humano: Oriente en cambio, se movió de continuo por abstractos móviles, por un sentido místico y metafísico de las cosas. No era el nacimiento material no que el alma les llegaba, sino la manifestación del Cristo....
- Abuelo...aquí hay unas letras que no entiendo...
- Están en griego, saltatelas..
- Vale.
.....la manifestación del Cristo, el Redentor que, cual príncipe cargado de victorias y trofeos, llegaba a su pueblo para rescatarle. Occidente se fijará, ante todo, en el humano momento - cuna y niño que tirita en pobre establo, algarabía de pastores etc.- el Oriente en el hecho sin historia - nupcias con la esposa, reyes que a ellas vienen, baño nupcial en aguas del Jordán.
Pero llega el compromiso, y entre el siglo IV-V, toma el Oriente nuestra Navidad y aceptamos nosotros su Epifanía, aquélla más íntima y familiar, más humana e histórica; ésta en cambio, traspasada de misterio y con ambientes profundamente teologales ". (1)
- ¿Te has enterado de algo?
- De algo sí... El Redentor es Cristo ¿no?
- Muy bien. ¿Y tú sabes quién era Cristo?
- Creo que Jesucristo. Nos hablaron de el un poco en clase, pero...
- Y hablaron bien o mal.
- Normal, el profesor como ni fu ni fa.
- Ya. Bueno pues la Navidad eran unos días en las que se celebraba el nacimiento del Jesús, y se ponían belenes en las casas o árboles adornados y la gente se hacía regalos, cuando podían, y las calles se iluminaban más de lo normal. Pero había gente que aunque quería no podía celebrar la Navidad. Otros en cambio que podían hacerlo y no lo hacían. Y la epifanía de la que habla el libro, se refiere a la fiesta de los Reyes Magos, que traían juguetes a los niños.
- ¿Y quienes eran?...de esos no nos han hablado en clase.
- Eso pregúntaselo a tu abuela, que te ha preparado un chocolate riquísimo...
- Abuelo...
- Dime hijo.
- ¿Me puedo quedar el libro? preguntó el niño tímidamente.
- Naturalmente que sí. Pero con una condición.
- Que me prometas que leerás a tu hermana en cuanto llegues a casa una poesía de ese libro que se llama Por Judá Quiebran Albores.
- !Gracias!
Y el niño se echó a los ya débiles brazos de su abuelo, que en ese instante mientras sonreía, sintió como sus ojos se humedecían.
Por la noche el niño leyó el poema y tras la última estrofa:
" Se abrió el corazón del mundo
sobre el pueblo de Israel...
el Verbo bajó a María...,
Volvió al cielo San Gabriel"
leyó el autor de aquéllos versos que parecían una canción...
El padre escuchaba con la puerta entreabierta y cuando su hijo le vio preguntó:
- Papá, Adriano del Valle era tu bisabuelo ¿no?. Y entonces cerró suavemente el libro y se fue con él a su habitación como si fuera su mejor juguete, para leer una vez más, antes de acostarse, el poema de su antepasado....
POR JUDA QUIEBRAN ALBORES
Por Judá quiebran albores
con frescor de amanecer
y a su luz ya se distingue
una rosa de un clavel.
Esto es río y esto es monte
todo es haz y nada envés;
esto es aire y esto es agua
para el ave y para el pez.
Dio su datil la palmera
madurado en rosicler;
pétalos de brisa el viento
tiene que saben a miel.
Treinta casas, treinta huertos,
treinta establos de una vez...
El país es Galilea
y el lugar es Nazaret. (2)
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(1) Manuel Sanmiguel del libro Natividad del Señor. Afrodisio Aguado. Cuarta semana de Adviento del año 1950.
Con poemas anónimos y de Fray Ambrosio de Montesinos, Juan de la Enzina, Gil Vicente, San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, José de Valdivieso, Lope de Vega, Jacinto Verdaguer, Eugenio D Ors, Gerardo Diego, Adriano del Valle y Luis Rosales.
Edición de 500 ejemplares. Ejemplar nominado de los doscientos no puestos a la venta.
(2) Primeros versos del poema Por Judá Quiebran Albores. Publicado en Lyra Sacra (1939, Arpa Fiel(1941), Por Judá Quiebran Albores (1945) y Obra Poetica(1977)