sábado, 21 de enero de 2012

EN LA MUERTE DE UN AMIGO





En ocasiones uno asume un encargo con pena pero con el pensamiento de que no se puede negar a hacerlo.Tambien con alguna incertidumbre de su efecto en los destinatarios, sobre todo cuando supone que algunas lágrimas saldran quienes escuchen unas palabras dichas tras una misa recordando el reciente fallecimiento de un amigo.

Son palabras que nunca hubiera deseado escribir pero que una vez recibida la petición y leídas piensas que debemos estar allí donde la vida nos pone en un momento determinado.

Al finalizar la misa, en aquella tan maravillosa como desconocida Iglesia de San Antonio de Los Alemanes de Madrid, subí al altar sin saber muy bien si aguantaría hasta el final. Mientras leía deseaba que mi voz llegara al amigo ausente y cuando me dirigi a El se quebró terminando a duras penas.

Con las manos practicamente congeladas doblé el papel y baje del altar con la sensación de la misión cumplida.

Ahora por deseo los amigos allí presentes las publico en este lugar.

Me sugirió el bueno de Emeterio que dijera algunas palabras en esta sagrada misa, en recuerdo de Nacho.


Yo creo que todos nosotros nos hemos quedado con ganas de decirle muchas cosas. Nos hemos quedado sin un gran amigo, sin un hermano, sin un amigo fraternal.


En unas reflexiones sobre la muerte que escribiera mi querido padre decía que:


“el hombre, muere tantas veces cuantas pierde a un ser querido; y, en este sentido, se pierden poco a poco las ganas de vivir” y que “ en cierto modo y desde el punto de vista meramente social y humano puede decirse que el hombre no muere del todo mientras se conserve su memoria entre los vivos.”


Por eso el hecho de estar hoy aquí reunidos bajo el manto de su recuerdo hace que Nacho siga estando entre nosotros. Se nos aparecerá una y otra vez y recordaremos su figura, su sonrisa y su voz. Todavía tengo en mi cabeza, y espero que no la olvide, su respuesta cada vez que le llamaba por teléfono:


Nachete….


La última vez el día anterior a su partida.


En mi blog publique una entrada en que la que hablaba de la posibilidad de la comunicación entre almas. Como si pese a que "se hayan ido", pudiéramos seguir "amándolos" en el sentido más pleno de la palabra. Si el amor se acrecienta según vamos conociendo a los seres amados, podríamos seguir amando (incluso comenzar a hacerlo), cuando no se encuentran entre nosotros. Si el cuerpo se transmuta en alma, yo diría que pasa a ser todo alma, y si nosotros antes de "partir" somos también un poco de alma, se produce el milagro del "amor entre las almas".

Mi deseo es que Nacho siga de alguna manera formando parte de nuestras vidas. Y que de alguna manera, quizá en las reuniones que sigamos teniendo, incluso sin mencionarle, nos demos cuenta de su presencia, en definitiva; que sigue siendo nuestro amigo, nuestro hermano, de que no se ha ido del todo.



Me gustaría tener la serenidad de San Agustín cuando escribió:


“La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, vosotros sois vosotros.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente.
No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?
Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo está bien.


Querido Nacho:
¡Cuántos momentos vividos junto a ti nos hacen darnos cuenta de que eras un gran amigo! De que era un placer charlar y reir contigo. En mi caso hasta llorar cuando hablábamos de la enfermedad de nuestras madres. De los ánimos que me dabas cuando yo pasé por aquello. Y de tu visita a Sanlúcar, cuando te trajiste a tu madre para que disfrutara de aquél maravilloso rincón. De tu ejemplar dedicación a Ella, hasta que ya no pudo ser.
Por todo ello gracias Nachete te echamos mucho de menos.