viernes, 14 de mayo de 2010

MADRINA




"Los que por el Bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte.
Por el Bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos, por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya".

Carta de San Pablo a los Romanos 6,3-9 .
(1)
Han vuelto a mis manos unas cuartillas impresas con estas palabras que leí en el funeral de mi Padre o de mi Madre. Estaban en la misma caja guardada que esta fotografía, en la que yo parezco no comprender nada y pidiendo a mi hermana Lola alguna explicación. Mi padrino parece como si no se fiara mucho del cura y la cara de mi madrina es la expresión de la conciencia.
Hacía tiempo que no reflexionaba sobre el sentido religioso del sacramento del Bautismo al que solemos dar un significado social. Nos solemos quedar en la mayoría de las ocasiones en la celebración o en los preparativos cuando bautizamos a nuestros hijos, en mi caso la celebración fue triple.
Nuestros padres eligieron como padrinos a aquellos que podrían orientar mejor nuestros pasos cuando nos hiciéramos mayores, quizá por si ellos faltaban prematuramente o por tener un apoyo en nuestra educación familiar, o simplemente por garantizar una dosis mayor de cariño paternal.
Pero si reflexionamos en el sentido religioso, que debe ser el primordial, aquellas palabras deberían volver una y otra vez a nuestro corazón, para mantenernos siempre alerta, y para no perder el rumbo que nuestros padres eligieron por nosotros cuando no teníamos conciencia de nuestro propio ser; cuando no sabíamos que iba a ser de nuestras vidas.
Aquella joven que con tanta responsabilidad me sostenía en brazos hace ya cuarenta y seis primaveras, siempre ha estado presente aunque yo no haya sabido corresponder del todo su enorme cariño que incluso desde la cama me infundía. Como ya os conté, cuando murió mi madre casi instintivamente me dirigí a su casa para llorar junto a ella.
No ha tenido una vida sentimentalmente fácil. Aquél matrimonio sin hijos, se rompió, permaceciendo yo quizá como un eslabón aislado de lo que en su día fue. Nunca quise volver sobre esa herida, sencillamente la acepté desde mi infancia como algo inevitable desde mi posición de ahijado que recibía el cariño de uno y de otro. Tampoco fui protagonista de sus disputas y un día que no recuerdo mis padres me dieron la noticia cuando ya era un chaval.
Pese a todo y pese a su larga enfermedad que la retuvo en cama estos últimos años, nunca perdió la sonrisa. Lamento profundamente no haberme podido despedir de ella con una de esas sonrisas y no haber podido decirle en los últimos momentos que la quería. Sólo mi alma y la suya se podían haber comunicado entonces y ahora rezo junto a esta fotografía para que lo puedan seguir haciendo.
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(1) Papini en su Historia de Cristo nos dice: "Estaba Jesús a punto de empezar una nueva epoca de su vida; mejor dicho, iba a empezar su verdadera vida. El sumergirse en las aguas testimoniaba su voluntad de morir, pero al mismo tiempo la certidumbre de resucitar. No entra en el río para lavarse, sino para dar a entender que empieza su segunda vida y que su muerte será únicamente aparente, como lo es también su purificación en las aguas del Jordán."