viernes, 24 de diciembre de 2010

AUGURIOS PARA 2011




Con este original collage felicitó Adriano del Valle, como director de la revista cinematográfica Primer Plano a todos sus suscriptores en diciembre de 1.953. No creo que existan muchos antecedentes de autorretratos collages como este tan original de mi abuelo. Por eso me ha parecido buena idea, y al cabo de ni mas ni menos que 58 años después, sacarlo del olvido y compartirlo con todos vosotros.
Tenía olvidado mi blog y todavía más las entradas sobre mi abuelo; sobre su original modo de entender la vida en la que el arte poético y también el arte plástico ocuparon un lugar preferente. Compatibilizando su vocación creativa con la otra más mundana de sus ocupaciones laborales como la de director de aquélla revista, que bien mirada es tambíen una pequeña manifestación de arte, por sus textos y por sus fotografías.
En aquél año de 1953, España parecía volver al mundo. Ingresa en la UNESCU y retornan los embajadores de la mayoría de los países, no en vano fue el año en que se estrenó Bienvenido Mr.Marshall de Luis García Berlanga.
Es también el año de De aquí a la Eternidad ganadora del Oscar a la Mejor Película y de Audrey Hepburn como mejor actriz por Vacaciones en Roma.
Supongo que Primer Plano daria cuenta de todo ello, de ella habremos de hablar en otro lugar y como más calma, ya que ahora parece que los nervios se aceleran ante la gran cena de la Navidad, que aún no ha desaparecido como me imaginaba yo en otra entrada ....
Hoy quiero yo tambíen desearos unas Felices Fiestas y un próspero Año Nuevo, que esperemos esté lleno de buenos momentos para todos vosotros y que podamos seguir comunicándonos aunque sea de manera virtual .
Y que el bueno de Adriano a modo de augur romano, desde el cielo nos ayude a ello.
Feliz Navidad.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

JOAQUIN SOLER SERRANO






- Joaquín Soler: Este es Sakvador Dalí. Perverso, polimorfo, anarquista, surrealista, excelso, divino; déspota supremo que rompe con todo; el Dalí poseído de un delirio furiosamente dionisíaco; el Dalí ávido de dólares; el Dalí...

- Dalí: Y (me
excuso ?); monárquico.

- JCS: Y por encima de todas las cosas, y como siempre ha dicho y se ha autoproclamado, monárquico.

- D: Pero no políticamente, metafísicamente.....


Así comienza la entrevista que este gran periodista hizo a Salvador Dalí y que se emitió en el programa de Televisión A Fondo (1976-1981) .

Y la recuerdo cuando ya se ha ido, con el deseo de que se haya liberado de esta terrible enfermedad que priva a quien la padece de uno de los mayores tesoros de los que podemos disfrutar que es son los recuerdos.

Por aquél año de 1977 era lo que se dice "un mocoso" que permanecía atento a uno de aquellas cajas mitad electrónicas mitad armarios. Y al anochecer quizá ya con el pijama puesto y junto a mis padres y hermanas oía y veía como un gran periodista entrevistaba a alguno de los grandes personajes de aquélla época.

Y ahora al volver a ver esta entrevista, y al analizar las preguntas y las respuestas pienso en la libertad de pensamiento y de expresión con la que yo de pequeño, sin saberlo, me enriquecía.

No creo que haya ninguna otra entrevista en que la que el periodista califique con aquéllos adjetivos al entrevistado, y que éste a su vez ni se inmute.

Os dejo con estos dos talentos; con estos dos genios.

http://www.rtve.es/mediateca/videos/20090122/entrevista-salvador-dali-programa-fondo-1977/388736.shtml

p.s:

Añado este enlace:

http://www.que-leer.com/9331/soler-serrano-un-adios-a-fondo.html





miércoles, 14 de julio de 2010

MOMENTO FELIZ

--------------------Foto de Francisco Lucas. Torrevieja.Verano 1963 ?





Al cabo de 47años llega a mis manos esta fotografía. Seguramente mi madre estuviera entonces "en estado de buena esperanza" como se suele decir. Si esto es así se podría decir que tiene más o menos mi edad biológica. Y llega después de todo este tiempo a mis manos por medio de su autor, que vino desde Cieza con su esposa Mari Carmen para compartir unas horas con los hijos de sus queridos amigos Ignacio y Lola.

Quería revivir con nosotros los tiempos en que colaboró con mi padre como abogado y no paraba de contarnos anécdotas de aquellos años. Nos hizo muchas fotos que nos ha vuelto a revelar al cabo de cuarenta y siete años. Conocía la mayoría pero nunca había visto ésta en la que parece ser que yo ya estaba en el seno materno con apenas unos meses.

Y pienso sin poder dar fe de ello en ese instante, en que yo ya era. Pero sólo me sentía mi Madre. Sólo ella y yo en ese micromundo que debe ser la gestación.

Mis padres rebosan felicidad y allí estaba en bueno de Paco Lucas para dar testimonio de ello. Fotografía que se me ha aparecido como por arte de magia.

Esta junto con otras forma parte de una exposición en su ciudad natal. Y como dice su autor al final de esta entrevista

"Como yo digo, la fotografía permite captar instantes que, cincuenta años después, son recuerdos inolvidables"

Y esta en concreto para mí lo es un recuerdo que no puedo recordar aunque vivido.

viernes, 14 de mayo de 2010

MADRINA




"Los que por el Bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte.
Por el Bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos, por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya".

Carta de San Pablo a los Romanos 6,3-9 .
(1)
Han vuelto a mis manos unas cuartillas impresas con estas palabras que leí en el funeral de mi Padre o de mi Madre. Estaban en la misma caja guardada que esta fotografía, en la que yo parezco no comprender nada y pidiendo a mi hermana Lola alguna explicación. Mi padrino parece como si no se fiara mucho del cura y la cara de mi madrina es la expresión de la conciencia.
Hacía tiempo que no reflexionaba sobre el sentido religioso del sacramento del Bautismo al que solemos dar un significado social. Nos solemos quedar en la mayoría de las ocasiones en la celebración o en los preparativos cuando bautizamos a nuestros hijos, en mi caso la celebración fue triple.
Nuestros padres eligieron como padrinos a aquellos que podrían orientar mejor nuestros pasos cuando nos hiciéramos mayores, quizá por si ellos faltaban prematuramente o por tener un apoyo en nuestra educación familiar, o simplemente por garantizar una dosis mayor de cariño paternal.
Pero si reflexionamos en el sentido religioso, que debe ser el primordial, aquellas palabras deberían volver una y otra vez a nuestro corazón, para mantenernos siempre alerta, y para no perder el rumbo que nuestros padres eligieron por nosotros cuando no teníamos conciencia de nuestro propio ser; cuando no sabíamos que iba a ser de nuestras vidas.
Aquella joven que con tanta responsabilidad me sostenía en brazos hace ya cuarenta y seis primaveras, siempre ha estado presente aunque yo no haya sabido corresponder del todo su enorme cariño que incluso desde la cama me infundía. Como ya os conté, cuando murió mi madre casi instintivamente me dirigí a su casa para llorar junto a ella.
No ha tenido una vida sentimentalmente fácil. Aquél matrimonio sin hijos, se rompió, permaceciendo yo quizá como un eslabón aislado de lo que en su día fue. Nunca quise volver sobre esa herida, sencillamente la acepté desde mi infancia como algo inevitable desde mi posición de ahijado que recibía el cariño de uno y de otro. Tampoco fui protagonista de sus disputas y un día que no recuerdo mis padres me dieron la noticia cuando ya era un chaval.
Pese a todo y pese a su larga enfermedad que la retuvo en cama estos últimos años, nunca perdió la sonrisa. Lamento profundamente no haberme podido despedir de ella con una de esas sonrisas y no haber podido decirle en los últimos momentos que la quería. Sólo mi alma y la suya se podían haber comunicado entonces y ahora rezo junto a esta fotografía para que lo puedan seguir haciendo.
____________________________________________________________________
(1) Papini en su Historia de Cristo nos dice: "Estaba Jesús a punto de empezar una nueva epoca de su vida; mejor dicho, iba a empezar su verdadera vida. El sumergirse en las aguas testimoniaba su voluntad de morir, pero al mismo tiempo la certidumbre de resucitar. No entra en el río para lavarse, sino para dar a entender que empieza su segunda vida y que su muerte será únicamente aparente, como lo es también su purificación en las aguas del Jordán."

viernes, 12 de marzo de 2010

MUERTE.DOC

El coche le esperaba abajo. Apenas quedaba media hora para el comienzo de la misa en el tanatorio y recordó que su padre había escrito unas reflexiones sobre la muerte. Sintió como una obligación el rescatarlas de su ordenador. Pero eran tantos los documentos que tenía almacenados que no le daría tiempo a realizar una búsqueda con alguna posibilidad de éxito.

Se puso frente al ordenador y simplemente tecleó “muerte”….

Y aparecieron casi milagrosamente aquellas bellas palabras que su padre había dejado escritas seguramente cuando había fallecido su querida esposa.

No podía creer que hubiera acertado a la primera casi sin pensarlo teniendo en cuenta además que él solía utilizar las primeras letras de cada nombre, apellido o autor según los casos.

Rápidamente imprimió aquel documento. Pero aún faltaba lo más duro. Ser capaz de leerlo ante sus hermanas, su novia, familiares y amigos. Guardó en su gabán aquélla hoja pero no dijo nada a nadie por si en el último momento no se sentía capaz.

Llegó el momento y después de la misa comenzó a leer sin poder mirar en principio a ninguno de los allí reunidos. Imaginaba quien podía ser el destinatario de aquellas palabras que sólo El sabría en los momentos en que las escribió. Quizá fuera su sabio amigo don Eustaquio Galán que allí se encontraba junto a su hijo.

Me hace usted una pregunta que ha venido preocupando a filósofos, escritores y moralistas de todos los tiempos. En todas las religiones y en todos los sistemas filosóficos se habla del “culto a los muertos”, que a fin de cuentas es un ansia encubierta de inmortalidad, como deseo psicológico de todos los mortales, del género humano en su integridad.

Perdónenme los médicos; yo creo que desde el punto de vista clínico la muerte no es otra cosa que la cesación completa y definitiva de las funciones orgánicas que constituyen la propia vida. Pero en esta acepción nadie se pregunta humanamente por la muerte.

Se refiere usted, como es natural, a la muerte como fenómeno que ha de afectarnos a todos, sometidos como estamos a esa ley universal, eterna, inmutable e inderogable, a cuyos efectos nadie escapa. Por el hecho de haber nacido, se sabe ya que la muerte ha de llegar; es más morimos poco a poco desde el momento del nacimiento; no sabemos cuándo ni cómo. En Derecho se dice que es un acontecimiento “certus an”, pero “incertus quando”.

Me preocupa, como a todos; pero no excesivamente; no sólo por razones religiosas, que serían bastantes, sino por la seguridad de que ha de producirse, y porque, en la medida en que avanzamos en el tiempo y en la vida, vamos perdiendo desgraciadamente los grandes apoyos humanos que han servido para que nuestras vidas hayan sido lo que han sido, y no otras distintas; porque vivimos con los demás, con nuestros familiares, con nuestros amigos; incluso con quienes no lo son; y esto constituye nuestro entorno y nuestro ambiente, que es en definitiva lo que constituye nuestra existencia concreta y circunstanciada.

Escribió Unamuno, nuestro gran pensador atormentado, que el pensamiento de que tenía que morir y en enigma de lo que habrá después constituía el latir mismo de su conciencia; y se refería al “principio consolador de la inmortalidad del alma”.

Me gustaría, ¡cómo no!, tener la fe inquebrantable para decir

No me mueve mi Dios para quererte
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno, tan temido,
Para dejar por eso de ofenderte.

O para recitar

Vivo sin vivir en mí
Y tan larga vida espero,
Que muero porque no muero.

O desear la muerte, llamándola:

Ven muerte tan escondida,
Que no te sienta conmigo,
Porque el placer de morir
No me vuelva a dar la vida.

Pero no es éste el caso, estoy, como la mayor parte de los hombres, sometido a esta idea de la muerte.

Desde la mística, se han ofrecido pensamientos consoladores de gran elevación espiritual; y en un terreno más humano se ha dicho que la muerte todo lo resuelve –“mors omnia solvid”; que la muerte es el último médico de todas las enfermedades, y la suprema razón de todas las cosas. Se nos ha hecho pensar que antes de la muerte ésta no ha llegado, y cuando llega ya no estamos nosotros; pero esto no pasa de ser un dilema divertido y algo cínico.

La verdad es que el hombre, como también se ha dicho, muere tantas veces cuantas pierde a un ser querido; y, en este sentido, se pierden poco a poco las ganas de vivir, aunque no sea más que por el “tedium vital” que invade nuestra existencia, ya que se convierte en una carga pesada de la que nos exonera la muerte. Claro es que todos queremos llegar a “viejo”, aunque paradójicamente, nadie quiere ser “viejo”.

En cierto modo y desde el punto de vista meramente social y humano puede decirse que el hombre no muere del todo mientras se conserve su memoria entre los vivos. Estos se encargan de hacernos vivir con su recuerdo; de ahí que se hable con propiedad de los “inmortales”.

Y esto es en síntesis lo que pienso sobre esta que antes he llamado ley universal que comprende en su ámbito a todo el género humano, concebido, si usted quiere, en la suma de todas las singularidades sin excepción, hasta el extremo de que el mismo Jesucristo, Dios, estuvo sometido a ella. “
Todavía hoy después de quince años se preguntaba qué fuerza le había acompañado en aquéllos momentos en que todo se le veía abajo. Y quizá su Padre ya le había empezado a acompañar desde su inmortalidad.

viernes, 26 de febrero de 2010

26 de febrero de 2.002


Creo que también era un día soleado como el de hoy. No lo recuerdo bien porque los días que marcan una vida no dejan una impresión en nuestro cuerpo sino en nuestra alma.

No sé cómo aquel día al levantarme acerté a anudar me la corbata la misma corbata que llevo hoy, una corbata alegre, de lana naranja, creo que me dio suerte, aunque esto sólo no se quién, lo sabe.

Era por una parte el final de una larga espera, pero por otra parte el comienzo de una nueva vida. Como siempre las dos caras de una misma moneda que no se oponen sino que se complementan formando un todo, en este caso mi vida.

No estaba nervioso, estaba sencillamente expectante, y habiendo asimilado que no podía hacer nada, simplemente esperar a que “todo saliera bien”.

Como siempre la historia se remontaba meses antes cuando supe la noticia que me impactó tanto que no supe cómo reaccionar, ante lo desconocido, ante algo que se salía del guión. Alguien me enseño en aquella otra ocasión que no debemos ponernos en lo peor aunque no sepamos en principio cómo hacerlo.

Pasaron los meses y me encontraba, aunque acompañado, anímicamente sólo.

No se con cuanta antelación llegué al Hospital, o si había dormido allí, creo que no.

Me viene a la memoria la imagen en la que se aleja la camilla, con mi mujer acostada, con una mirada que lo decía todo. Maternidad. Y su Padre, junto a ella, acompañándola en lo que fue según le dijo a ella después, “el momento más feliz de su vida”.

Pasado un buen rato, sin saber lo que había pasado al otro lado, sin apenas poder reaccionar entre un momento y otro, fueron apareciendo una detrás de otra tres incubadoras, creo que en alguno de esos momentos nuestra querida doctora me dijo algo así como que una de aquellas criaturas era igual que su padre. Dios la bendiga por todo lo que hizo por nosotros.

Y en cada una de ellas, como el mayor de los tesoros, se cobijaban mis hijos absolutamente indefensos, pero a la vez como algo muy precioso y delicado.

Así es como lo recuerdo ahora ocho años después.

-------------------------------------------------------------------------------------------------



El único amor perfecto, el único amor puro y desinteresado, es el del padre hacia sus hijos. El padre es capaz de hacer por el hijo lo que no haría por ninguna otra persona. El hijo es obra suya, carne de su carne, sangre de su sangre; es una parte de él, que le ha ido creciendo al lado, día a día; es una continuación, un perfeccionamiento, un complemento de su propio ser; el viejo revive en el joven; el pasado se contempla en el futuro; el que ha vivido se sacrifica por el que tiene que vivir; el padre vive para el hijo, se goza con el hijo, se vuelve a ver y se exalta en el hijo.



Giovanni Papini.
Historia de Cristo Storia di Cristo 1921. Paternidad (fragmento).


jueves, 4 de febrero de 2010

5 de febrero de 1.995




Hoy es un día muy especial: mi treinta y un cumpleaños. Por desgracia no he podido recibir tu felicitación mamá. Es el primer cumpleaños sin tí, querida Madre que tanto has dado por mí.
Ayer noche estaba feliz junto con mis amigos. Y puse todo el esmero que tú ponías cuando preparabas las mediasnoches y después las ponías bonitas bandejas con las blondas. Yo también las puse pero ... de papel.
Esta vez tuve yo que hacer todo lo que tú hacías cada vez que uno de los hermanos hacía una fiesta y pude comprobar una vez más el sacrificio que ello supone.
Estaba nervioso; pensé que no me iba a dar tiempo. Pero llegó Ana (tu querida Ana) que se acuerda de tí todos los días. Me ayudó muchísimo. Me hubiera gustado que probaras sus tartas.
!Qué tartas!
Llegaron Alfredo, su novia y una amiga. Todos se pusieron a ayudarme.
La fiesta resultó estupenda, pero no estabas tú.
Ahora me da por llorar...
No sé mamá quería decirte que todo el día me estuve acordando de tí; que creo que me diste fuerzas para preparar la fiesta y que incluso sentí tu presencia al estar alegre.
Espero que todos los cumpleaños que me queden estén llenos de alegría como el de ayer noche- hpy madrugada- y que cuando no haya más cumpleaños, te pueda ver y darte un beso.
Madrid, 5 de febrero de 1.995

lunes, 4 de enero de 2010

EL ARCHIVO DE LA ILUSIÓN.



Pese a que llevaba casi treinta años dirigiendo la oficina de Correos de aquella localidad, no había conseguido dar una solución a aquél dilema que para él constituía un verdadero problema.

Mientras otros se acostaban con la ilusión de abrir los paquetes, él se acostaba con la misma preocupación, que ni siquiera la desenfadada hermosura de su mujer lograba disipar.

Lo que menos soportaba era el desinterés de casi todo el mundo ante su pequeña gran angustia. Las autoridades no habían atendido sus propuestas y sus amigos parecían mirarle como a un loco cuando salía la conversación.

Pero él se había empeñado en dar una salida digna a todas aquellas cartas que se amontonaban en su oficina. Ni el Alcalde, ni el Director General de Correos, ni el Ministro de turno (cuyo ministerio cambiaba de nombre cada cinco años de media), habían contestado a sus numerosas propuestas, que trataba de modificar año tras año para conseguir una respuesta. Ni una línea ni un “esperando dar una adecuada solución al problema que plantea su carta…” Nada absolutamente nada.

Por su cuenta y riesgo, sin ningún tipo de autorización de su superior, había conseguido habilitar un destartalado cuarto, contiguo a su despacho, que con el paso del tiempo estaba resultado ya insuficiente. Los fardos de papel originarios habían dado paso a cajas ordenadas cronológicamente y por orden alfabético como si de expedientes administrativos se tratara. Para él se trataba de las cajas de la ilusión. Porque todas aquellas cartas contenían una buena dosis de este sentimiento tan necesario.

Casi todas ellas iban dirigidas a “Los Reyes Magos de Oriente” a “Melchor, Gaspar y Baltasar” a “Sus Majestades los Reyes Magos”; pero otras tenían como destinatario “a mi Rey”, “al sabio Rey Melchor”, “al bueno de Gaspar” o al simpático “Baltasar” incluso “ a mis colegas de Oriente”.

Cada una de esas cartas eran parte de una infancia; pedazos de felicidad aislados de una vida quizá truncada por el dolor o la miseria. Todas significaban algo que era preciso conservar para que no cayeran en el agujero negro del olvido. Y por eso aquél buen hombre quería crear el archivo de las cartas dirigidas a los Reyes Magos o el archivo de la ilusión, como le quería llamar. Y en los ratos libres leía y releía algunas de aquellas cartas, algunas aparentemente planas de sentimientos pero con un seguro valor para quien las escribía y por eso todas merecían ocupar un lugar un finísimo lugar entre las cajas de cartón.

Generalmente eran juguetes, algunos con nombres realmente extraños, lo que los niños pedían. Pero en ocasiones el espíritu de los más pequeños se elevaba sobre el resto y querían con todo su amor “un colchón nuevo, sin agujeros, para mi abuela que vive con nosotros”, “unas gafas que no estén rotas para mi abuelo”, “una nueva medicina que cure a mi madre” o “libros para mi hermano mayor que quiere ser ingeniero”…Algunas repetían su deseo año tras año. Y sólo algunos, casi contados con los dedos de la mano, daban las gracias por los regalos recibidos en año anterior.
Pero su petición de oficializar aquél archivo era desatendida; hasta que aquél año se le ocurrió escribir él mismo una carta a los Reyes Magos con esa ferviente petición. Quizá hubiera tenido la solución ante sus ojos todos los años sin darse cuenta. Y ese año se acostó como el resto de sus paisanos soñando con que su deseo se vería cumplido...