miércoles, 18 de marzo de 2009

FELICIDADES PAPA



Con esta frase, a primera hora del día, solía yo amanecer el día de San José, hasta que ya no pudo ser. Le gustaba reservar la mesa más amplia, la única redonda de su restaurante favorito a las afueras de Madrid, para respirar un poco de aire puro. Y una semana antes de morir ya lo había hecho puntualmente, pese a que no podría asistir mi madre. Dios, sin embargo, no quisó hacerle pasar ese mal trago y le llamó -como él mismo decía- el doce de marzo. Ese mismo día había comido yo con él en Goffredo, y antes de marcharnos quedó reservada la mesa para el Día del Padre.
Nunca más celebré esta fecha, hasta que nacieron los trillizos, y entonces eran otros los que me felicitaban a mí, antes de que empezaran a hablar mis hijos y ya poco después me entregaban los regalos que hacían en clase con toda la ilusión del mundo. Creo que el Día del Padre es más celebrado por los hijos porque son ellos quien hacen o compran el regalo. El Padre pese a querer como nada en el mundo a sus hijos, no quiere ser protagonista ese día y si lo celebra es por ver a sus hijos juntos, unidos, como creo que le pasaría también a mi Padre.
He querido recordarle con estas líneas ilustrada con una pequeña figura que le traje de Estados Unidos, quizá en mi primer viaje, y que tenía en su cuarto, hasta que me la traje a su despacho y la coloqué en la principal estantantería delante de los tres volúmenes de las "Instituciones del Proceso Civil" de su admirado Francesco Carnelutti. Del prefacio a la cuarta edición entresaco estas palabras:
"Al fin y al cabo, lo mejor que podemos hacer, en la escuela, es enseñar, con el ejemplo mejor aún que con el precepto, el amor por la verdad; pero el ejemplo consiste en creer en aquello que se dice".
No recuerdo que mi padre hiciera conmigo los deberes, pero sólo con su ejemplo, de laboriosidad y amor por su profesión, aprendí a esforzarme en aprobar las asignaturas. Ahora en la soledad de su despacho intento, sin pretender alcanzarle, seguir su camino.

miércoles, 11 de marzo de 2009

HACE CINCO AÑOS....




"Salí de mi despacho tras pasar una desoladora mañana pegado a la radio escuchando las espantosas cifras de muertos y heridos en los atentados del 11 de marzo, Jueves Negro de la reciente historia de España.

Casi por instinto me dirigí a la gran bandera que ahora preside la Plaza de Colón. Ese lugar que en la tarde noche del viernes estaría abarrotado de gente, por la manifestación que se ya se había convocado, se encontraba al mediodía del mismo jueves, insospechadamente tranquilo.

A pocos metros, en la Estación de Atocha, el hierro y el humo. Y la sangre. Pero junto a la Gran Bandera los pájaros trinaban en los pinos y cipreses que casi milagrosamente y por descuido sobreviven entre el cemento que preside la plaza.

Poca gente se había acercado para meditar en aquél lugar. Me senté lo más cerca que pude del impresionante mástil. Me pareció entonces que la Gran Bandera sintió mi presencia porque en ese mismo instante comenzó a ondear mostrando así su impresionante dimensión.

Tuve la sensación de que algo o alguien me protegía, y me sentí mejor.

El terror nunca podrá destruir nuestra bandera porque es inatacable.

Y de la misma manera que nuestro símbolo permanece vivo mientras queramos que así sea, sus gentes y sus fronteras se sienten amenazadas por el terror.

Por eso pensaba que, ahora más que nunca, todos tenemos que ponernos bajo la protección de nuestra Gran Bandera".

Dejé escritas estas líneas a los pocos días de aquélla tragedia, con una ligera esperanza, tratando de mitigar la impotencia sentida.

Pero hoy me invade la desolación cuando todavía ese pretendido, y todavía hoy ilusorio, Estado de Derecho no ha conseguido averiguar realmente lo que pasó, con un proceso judicial, cerrado, que sólo ha conseguiro condenar a unos pocos de los autores materiales sin haber conseguido desenmascarar a los autores intelectuales.

Y qué deciros del panorama político español, que se va fragmentando y dividiendo sin lograr la unión necesaria para forjar un país fuerte bajo el manto de esa bonita bandera que sigue pareciéndome solitaria, hoy como ayer.
PS:
He buscado un poema de mi querido abuelo que pudiera dedicar a las víctimas e inesperadamente casi al abrir uno de los libros encontré este, que quiero compartir con vosotros. Para cada uno de ellos.
H E R O E
Derrumbado en tu mármol, ya preclaro
monumento de vítores y lágrimas,
donde la lira es cisne que remolca
tu pecho y pulso frío, sin latidos,
arribas a la diestra de Dios Padre,
claro doncel de España, amigo ilustre.
Dios te llamó.Tu alma, ya en sus manos,
desnuda de envoltura, y su pureza
refleja la sonrisa en las espadas
que iluminaban brillos en tu frente.
El tuétano te ardió con el disparo,
y la palma del héroe inmarcesible,
te floreció en la pólvora del aire,
Tu muerte es monumento de ti mismo.
Del su libro Arpa Fiel