martes, 7 de abril de 2009

LA NOCHE TRISTE DE UN NAZARENO SEVILLANO

Sevilla desde la Giralda. Foto Luis Arenas.(1)



Imagino lo duro que tuvo ser para mi abuelo Adriano venirse a vivir a Madrid definitiviamente para decir adiós a Sevilla en el año 1940. En 1923 había iniciado su vida conyugal en Huelva donde nacieron sus siete hijos. Pero entonces seguía teniendo a su ciudad natal muy cerca y regresó con su mujer y sus hijos en 1935. La tristeza de separse del resto de su familia, de sus amigos y su ambiente sevillano no creo que quedara compensada con su nuevo destino. Imagino que sus obligaciones no le dejaron decidir.


Sin embargo no dejó de evocar su ciudad. No sólo en poemas sino también en artículos, ensayos y relatos que fueron apareciendo como testimonio de su amor por la Ciudad de la Gracia, por sus gentes y por sus costumbres que muy poco se deberían parecer a las que encontró en Madrid.


Y entre estos textos particularmente emocionantes nos parecen los dedicados a la Semana Santa Sevillana con la que se sentía especialmente unido como descendiente de Julio Rossi famoso dorador sevillano y como cofrade de Nuestra Señora del Valle.


Os invito a compartir conmigo su alma sevillana, con este fragmento de su relato La Noche Triste de un Nazareno Sevillano publicado el primero de abril de 1944.- (2)-


"Porque, cada año, cuando la Esperanza de la Macarena se asomaba extramuros de Sevilla, el fresco vaho del riego de las huertas, oloroso a la tierra mojada de los bancales y los atanores, la asediaba, la envolvía con la fragancia de su promesa candeal, mientras que el aire finísimo de la mañana depositaba los aromas del campo en las mismas andas de la Virgen, que iba nimbada por otro olor litúrgico y macerado de los turíbulos. El campo, labrado amorosamente, estaba allí, cercano, prometiéndonos el pan nuestro de cada día; y aquí, en su trono célico entre los paramentos de un barroquismo exhaustivo, la Madre del Señor no ignoraba que muchas de las manos encallecidas por el uso de la azada o de la mancera del arado empuñaban ahora algunas de las insignias de la Hermandad y aquellos centenares de cirios que chisporroteaban su luz, votivamente, entre el rumor sordo de la muchedumbre.


Y Enrique recordaba aquél mundo de imágenes entrevistas bajo el terciopelo de du antifaz. Y el desfile a pñaso lento de la Centuria Romana. Desfile de prosopopéyicas armaduras venidas a menos, con sus metales abollados y brillantes, casi emparentados con la hojalata y las cacerolas de aluminio. El aire de la ciudad le traía todos los correveidiles insidiosos. Y a Enrique se le subía el Guadalquivir a la cabeza. Entonces casi sonámbulo, subió a la azotea de su casa, llevando bajo el brazo su túnica y su capirote de nazareno. Allí tenía preparados los mil pormenores necesarios para su atuendo. Medias, zapatos, cíngulo, antifaz... Para su hábito de penitente, con el que ya no podía cumplir su estación anual porque una especie de "ley de Azaña" quería jubilar sus sentimientos católicos creando unas clases pasivas para los nazarenos sevillanos. Y eso no. Para evitarlo, todavía mandaba él en la azotea de su casa. Y en ella allá arriba, sobre los tejados, entre el zureo de los palomos en celo, la ciudad elevaba hasta él la gran pleamar de sus rumores cotidianos, rumores que su imaginación concretaba en aquel eco difuso y ampliamente melodioso de otro Viernes Santo menos sacrílego que aquél. A la mañana siguiente, Enrique,soñoliento aún, según era su costumbre de cada año cuando se despojaba de su túnica, saludaba a sus amigos, pero ahora gritándoles desde su barbería:


- !Azaña no manda, gracias a Dios, en la azotea de mi casa!


! Allí me pasé la noche vestido de nazareno!".


Me ha sido imposible localizar una fotografía de la azotea de aquél barbero sevillano llamado Enrique. Pero he localizado esta otra fotografía de la azotea de su Giralda. (3)


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(1)Fotografía tomada del libro Semana Santa en Sevilla que perteneció a Adriano del Valle. Con introducción y acotaciones literarias de Luis Ortiz Muñoz. Antología Fotográfica de Luis Arenas y prólogo de Joaquín Romero Murube. Madrid 1947.


(2) Publicado en la revista Fotos, número 370. 1-IV-1944. Dedicado a Manuel Esteve Garrido, parroquiano de Enrique. Recogido en Adriano del Valle Antología Necesaria con estudio preliminar de Mercedes García Ramírez. Ediciones Alfar. Sevilla 1992.


(3) "Sobre la panorámica de la ciudad se estampa la azuzena de bronce. Es una de las cuatro flores simbólicas que desde 1751 se yerguen sobre los ángulos de la Giralda". Acotación literaria a la lámina número 1 del libro citado en la nota 1.




20 comentarios:

Lucía DP dijo...

Tengo la suerte de ser la primera en comentar (será porque en estas fechas, somos pocos los que estamos delante del ordenador...)

No me gustaría que un triste comentario le quitara el "duende" al texto; baste decir que es precioso (qué descripción más pobre, pero en fin: no todos somos poetas) y que esperamos la siguiente entrada...

ONDA dijo...

En absoluto tu comentario quita el duende al contrario confirma que Adriano gana adeptos.

Olga Bernad dijo...

Tiene razón LDP, da miedo estropear del duende del texto;-)

Ojalá nadie pudiera mandar nunca en la azoteas de las casas ajenas, mínimo espacios propios de libertad y autenticidad. Pero me temo que no fue así, ni entonces ni posteriormente.

¿Sabes? Hace poco me acordé de ti, vi una serie sobre la vida de Lorca y nombraban a tu abuelo. En aquellas reuniones de poetas de aquellos tiempos, contaban cómo le lanzó chaqueta y corbata, en plan torero, tras una lectura de poemas.
Qué buen escritor era y qué gran hombre debió ser.

Un beso y que pases la mejor Semana Santa con tu familia, Ignacio.

José Luis Garrido Peña dijo...

Ciudad de los exilios (Adriano, Romero Murube, Luis Arenas). Este sevillano macareno te agradece este texto donde se refleja la perdida y difícil Sevilla. La Esperanza que tantos años estuvo exiliada de mi calle, vuelve a pasar este año por delante de mi casa.


Amigo Ignacio, conmigo estaréis, un fuerte abrazo.

ONDA dijo...

Mi abuelo además de un genial poeta y bondadosa persona tenía mucho sentido del humor.

Ese momento que dices se corresponde con el Homenaje a Gongora en diciembre de 1927 y que dio nombre a toda una generación.

Fue en el Ateneo, mi abuelo no salió en la famosa foto, Alberti Guillen Damaso Gerardo Diego, Lorca.

Pero pese a la injusticia de Gerardo Diego de no incluirlo en su antología, pertenece por derecho propio a esa misma generación.

Y vuestros comentarios no quitan duende sino que lo complementan, y yo encantado de teneros cerca.

Feliz Semana Santa para tí también y los tuyos.

ONDA dijo...

Que disfrutes de su aroma.

Creo que el contexto del relato se puede situar en la Semana Santa de 1932 cuando creo que las Cofradías se negaron a salir en procesión.

Hay incluso un artículo referenciado en Dialnet.

Todo lo que ocurrió con la Virgen de la Hiniesta...

De ahi en cabreo de Enrique no se si personaje de ficción, pero perfectamente posible en aquellos años.

Este texto tiene su precedente en otro más conocido SEVILLA VIVE BAJO PALIO, donde hace mención a "un barbero de barrio sevillano nazareno de la cofradía de San Gil"... publicado en Vertice en 1941 y luego reproducido en Mástil en 1942.

El texto sobre la semana santa más conocido de Adriano es STELLA MATUTINA que fue premio Mariano de Cavia en 1944.

Pero este reseñado en la entrada es practicamente desconocido de ahí sacarlo del olvido

Mery dijo...

Este texto de tu abuelo, en la forma, me ha recordado mucho a otras lecturas de los años cuarenta. No sé si me explico bien, creo que no. Quiero decir que esa composición de la frase, perfectamente estructurada, esa precisión y el uso adecuadísimo de los adjetivos, es muy propio de la cultura de esos años, digamos de la primera mitad del siglo XX.
Tienes mucha suerte de tenerlo a mano.

La foto, por los mismos derroteros, delicada y clara.

Un beso

ONDA dijo...

Tienes razón Mery toda la razón, preciso y elaborado. Y una suerte tener estos textos para compartirlos con vosotros

Antònia dijo...

Maravilloso texto que viene a confirmar cuán fuerte es el corazón de un hombre cuando se atrinchera en sus creencias.
Nunca he visto Sevilla en Semana Santa, pero he vivido otras Semanas Santas y la llevo en mi corazón. Lo que cree un hombre es suyo y no hay adoctrinamiento, mucho menos político, que pueda con ello.
Un abrazo!!

Cristina dijo...

Precioso nuevamente lo que has escrito y la elección del texto de tu abuelo, ONDA, repleto de aromas y recuerdos de Sevilla. He vuelto con vuestras palabras al dormitorio de mi abuelo "preparado con los mil pormenores necesarios para su atuendo" de nazareno de la Carretería, con su túnica de terciopelo azul colgada de una percha, y su larga cola arrastrando.

Triste historia la de Enrique, el rebelde nazareno exiliado en la terraza de su casa. Gracias de nuevo.

ONDA dijo...

Estimada Antonia.

Supongo que en 1932, creo que el texto se puede encuadrar en ese año, la situación en España era límite y fue lo que realmente provocó la indignación de la mayoría de los sevillanos.

Naturalmente que hay gente a la que la Semana Santa ni le va ni le viene; estos días he leído textos sobre esta vivencia que es algo más que un espectáculo, manifestación religiosa o expresión artística.

Yo apenas si la he vivido pero en cualquier caso me resulta muy cercana por haberla vivido mi abuelo y mi querida Madre que antes de morir pasó una semana santa allí con dos de sus hermanas.

Otro abrazo para tí.

ONDA dijo...

Hay varios textos de Adriano sobre la Semana Santa. Uno el más conocido Stella Matutina que fue premio de periodismo Mariano de Cavia.
Pero este parecia más olvidado y trasmisor de un mensaje que me parecía necesario recordar: la invasión del Gobierno en todo o en casi todo....

Espero que hayas pasado unos días llenos de aromas, de luz y de recuerdos.

He añorado mucho estos días Sevilla, como me quedé en Madrid, me tuve que conformar con repasar algunos textos de mi abuelo de Julio Estefanía, de Collantes, de Romero Murube, y oyendo la retransmisión de Carlos Herrera la madrugada del Viernes.

Gracias a tí querida Cristina por contribuir a que no se apaque este cirio.

Joaquín dijo...

El desarraigo de Sevilla (no sé qué tiene esta ciudad, que es la mía), es mucho mayor, más cruel e hiriente que cualquier otro...

Un abrazo, amigo.

ONDA dijo...

Joaquín no entiendo esa afirmación tuya sobre el desarraigo de Sevilla mayor que cualquier otro y me interesa mucho tu opinión sobre esto...
No se si te requieres a que cuando un sevillano marcha de esa ciudad es como si le quitaran parte de su alma, eso entiendo y no que el que marcha quede mutilado para siempre del cordon umbilical de su ciudad natal ya que desarraigo admite varias aceptiones o sentidos segun la frase.
Desarraigado como desinterasado etc. Creo que tu afirmación viene de mi primera acepción.
Perdona ayer fue lunes y tras el descanso uno anda algo espeso aún..

Un abrazo para tí.

Joaquín dijo...

Bueno, como yo también ando algo espeso últimamente, te contesto con el salmo 137, que expresa todo lo que quiero decir sobre el desarraigo:

SALMO 137

1 Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar,
acordándonos de Sión,

2 En los sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras.

3 Allí nuestros carceleros nos pedían cantos,
y nuestros opresores, alegría:
«¡Canten para nosotros un canto de Sión!».

4 ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor
en tierra extranjera?

5 Si me olvidara de ti, Jerusalén,
que se paralice mi mano derecha;

6 que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti,
si no pusiera a Jerusalén
por encima de todas mis alegrías.

7 Recuerda, Señor, contra los edomitas,
el día de Jerusalén,
cuando ellos decían: «¡Arrásenla!
¡Arrasen hasta sus cimientos!».

8 ¡Ciudad de Babilonia, la devastadora,
feliz el que te devuelva el mal que nos hiciste!

9 ¡Feliz el que tome a tus hijos
y los estrelle contra las rocas!

Novicia Dalila dijo...

Un beso, querido amigo. Se te echa de menos

ONDA dijo...

Creo Joaquín que tu contestación con remisión a ese Salmo, refuerza tu sabio comentario, que sólo mi torpeza, pidió una aclaración innecesaria, la segunda vez que lo leí supe a qué te referías con toda la razón.

Ese asunto daría para una entrada, el desarraigo o la sensación de ausencia de Sevilla de los sevillanos, sean o no poetas sean o no artistas.

Adriano fue en ese aspecto también una víctima.

Tiene preciosos textos escritos desde Madrid.

Y ese Salmo que bien traduce todo esto...Una vez más Gracias.

ONDA dijo...

No he dejado de visitar tu espacio y he dejado mi huella siempre que he podido. Espero que te haya gustado el texto de Adriano, aunque supe por una de tus entradas que no comulgabas mucho con la Semana Santa. No cabe duda de que la de Sevilla es diferente pero no desde fuera desde dentro...

Otro beso para tí.

Alfaraz dijo...

Me ha gustado mucho esta evocación que hace Adriano de aquella Semana Santa de los tiempor difíciles.

Por cierto que hace poco pasé por el escaner una carta de tu abuelo enviada a Concha Ramos, compañera de Villalón. No se si la conoces o si sabes a la que me refiero, pero si no es así me lo dices y te la mando.

.

ONDA dijo...

Me interesa mucho la carta creo que se referira el libro TAUROFILIA RACIAL.

Un abrazo y me alegro que te gustara el texto de Adriano.